Miércoles botánicos acuarelados

Un poco sobre nuestros talleres de acuarela en Café Botánica.

Empecé a pintar con acuarela en cuarentena, con una paleta escolar que tenía unos colores primarios opacos y secos pese a la cantidad de agua. Pensé que no podría aprender a pintar acuarelas si no sabía dibujar y me enfrenté a un primer bloqueo que me llevó a hacer tutoriales de dibujo de cada parte del cuerpo que se me ocurriera. Un curso de dibujo anatómico en el que me di cuenta de que el ojo hace un trabajo impecable al regular las proporciones y que mi mano no había aprendido esa destreza jamás.

Pero más allá de una cuestión técnica, jugar en el agua y ver como corría el color con ella, me salvó de una ansiedad premonitoria en el encierro justificado de tres meses. Cuando dieron el permiso de salida, me dispuse a correr a Galicia a encontrarme con unos amigos a los que conozco como familia. Para uno de ellos, la pintura y la jardinería habían desempeñado el papel terapéutico y decidimos asistir a clases de dibujo y pintura. Pasé semanas consiguiendo el verde gallego, pintando hojas de parra y convirtiendo la acuarela en mi compañía más cómoda.

Fuera de la exactitud y las expectativas que muchas veces me presionan en cualquier disciplina artística que intento experimentar, la acuarela ha sido la más dulce, noble y relajante. En estos talleres pretendemos que las personas se inspiren rodeados de la abundancia de plantas que hay en Café Botánica, que con cuatro técnicas básicas te permitas jugar con el movimiento del agua y que los colores se te vayan apareciendo mientras te tomas un cafecito o te comes una de sus galletas deliciosas.

Tenemos la esperanza de que le permitas a tu mente salir de la cotidianidad y que se ocupe, solo unas horas, de meter hundir el pincel, ver las posibilidades en las que la acuarela se expresa y crear, sin miedo ni juicios. 

@baescondidas

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