Velas y amigas
Para A, Thanksgiving es una fecha importante. Emigró a Estados Unidos siendo una niña y esta celebración pasó a ser un abrazo al alma y una pausa para agradecer a la vida las cosas que tenemos y se quedan a pesar de que volemos a otros lugares y el hogar cambie de forma. Era una excusa para reunirse en familia y conectar con la gratitud. Ahora, en su adultez, su vida volvió a cambiar de rumbo y estando en Madrid, sus amigas han sido su ancla, demostrando, una vez más, que el verdadero hogar está en las personas que nos rodean. Por eso, para presentar Quarto, decidimos crear una taller en Acción de Gracias, en su piso de Madrid, con nuestras amigas más cercanas.
Pintar velas con más cera de vela fue la dinámica perfecta. Las velas son un objeto que nos acompaña en momentos trascendentales, si nos detenemos a pensar, están ahí cuando cumplimos años, cuando queremos relajarnos, cuando honramos a alguien importante, cuando queremos romantizar la vida. La luz nos calma la ansiedad, nos invita a detenernos y disfrutar, nos sensibiliza.
Este encuentro terminó siendo un círculo de mujeres que, en absoluta sororidad, nos estábamos apoyando, escuchando, celebrando y agradeciendo el hecho de estar juntas. Cada una diseñó una vela particular, personal y preciosa.
Dato curioso: B, desde la adolescencia, tiene una fijación con Frida Kahlo, se ha leído sus cartas, su diario, visto sus obras, escuchado la música que la hacía vibrar y admirado su sensibilidad. Tanto fue su ímpetu por vivirla que se graduó del colegio con su mítico peinado trenzado con flores. Ese día, mientras preparaba el Quarto con A, cortaba un fuet en la cocina y se dieron cuenta que uno de los trozos, estaba la cara de Frida Kahlo.